jueves, 19 de marzo de 2015

“He puesto todo en manos de San José, tanto las personas como las cosas. Somos hijos de María. Ella es nuestra gloria y nuestro consuelo. Pero también somos hijos de San José y no es pequeño el motivo de confianza que en él tenemos”. (Carta 674, 19 de marzo de 1833, al Padre Lalanne)

La chamifrase de la semana 132  - 19 de marzo de 2015 – Solemnidad de San José - ESPECIAL

“He puesto todo en manos de San José, tanto las personas como las cosas. Somos hijos de María. Ella es nuestra gloria y nuestro consuelo. Pero también somos hijos de San José y no es pequeño el motivo de confianza que en él tenemos”. (Carta 674, 19 de marzo de 1833, al Padre Lalanne)

El Padre Chaminade intentó siempre transmitir su devoción a San José a la Familia Marianista.  Una devoción que iba más allá de un sentimiento piadoso,  y se concretaba en un reconocimiento como modelo en su trabajo y en su vida de fe, y en la confianza filial en su protección y poderosa intercesión.

Tenemos en San José un modelo para aprender a vivir con sencillez cada día nuestro trabajo como un aporte a la construcción de un mundo más humano. Por eso encontramos un motivo de agradecimiento al Señor porque en el trabajo cotidiano encontramos cada uno de nosotros una preciosa oportunidad para crecer y desarrollar nuestros dones y un camino para vivir con dignidad nuestra propia humanidad.  San José pasa casi desapercibido en los Evangelios, pero sin su trabajo cotidiano no hubiera sido posible la concreción histórica del Evangelio del Padre Dios: su Hijo Jesucristo.  A veces nuestro  trabajo pasa desapercibido o no tiene grandes resonancias, pero no perdamos el sentido profundo de nuestro trabajo cotidiano, reconociéndonos como San José, sencillos y fieles colaboradores en la misión, para que el Evangelio de Jesús pueda transmitirse y su Reino se extienda en nuestro mundo. 

San José es nuestro modelo en el trabajo cotidiano, pero también es nuestro poderoso intercesor.  Nuestro Padre y Fundador, el Beato Guillermo José Chaminade no dudaba en afirmar: “He puesto todo en manos de San José, tanto las personas como las cosas. Somos hijos de María. Ella es nuestra gloria y nuestro consuelo. Pero también somos hijos de San José y no es pequeño el motivo de confianza que en él tenemos”. Por eso estamos invitados a crecer en la devoción a San José y aumentar nuestra confianza en su intercesión.  No dudemos en poner en sus manos nuestros problemas y nuestras necesidades, personales y materiales.  Cuando el trabajo cotidiano se nos hace pesado y perdemos el sentido, pidámosle que nos ayude a mirar el horizonte.  Cuando los problemas nos abruman y no sabemos cómo salir adelante, confiemos en su cercanía y en su protección.

Tenemos a San José como modelo de nuestro trabajo cotidiano y como nuestro cercano intercesor, pero también la cercanía de nuestro Santo Patrono, nos acerca y facilita cada día profundizar nuestra relación con María y con Jesús.  La cercanía de San José nos ayuda a vivir como él con una fe sencilla y nacida de la sinceridad del corazón.  Dejemos que nuestro Padre y Fundador, nos siga invitando a través del testimonio y la confianza en San José, a vivir con entusiasmo nuestra vocación de hombres y mujeres de fe que nos identifica como marianistas. Siempre podemos encontrar una nueva oportunidad para profundizar en nuestra vida cristiana, para crecer en la oración, para ahondar en la Palabra, para fortalecer nuestra vida cotidiana con la práctica sencilla del ejercicio de la Presencia de Dios,… Esta sencilla práctica puede ayudarnos y podemos volver a ella una y otra vez. El Padre Chaminade recordaba permanentemente a sus discípulos este “ejercicio de la Presencia de Dios”.  Se trata simplemente de hacer un momento de silencio y renovar nuestra fe en la presencia del Señor que siempre está con nosotros, nos acompaña y nos sostiene. Al iniciar el trabajo, durante el mismo, al retomarlo después de un descanso… repetir sencillamente interiormente “Creo Señor que estás conmigo, que nunca me abandonas”, o las palabras que libremente fluyan de mi corazón, o la sencilla toma de conciencia en silencio de que no estamos solos.

                                                                 San José,
modelo en nuestro trabajo cotidiano,

ayúdanos a vivir con sencillez y alegría

nuestra jornada laboral de cada día,

concientes de que este manera,

nos unimos y colaboramos con la misión de Jesús y de María

 San José,

patrono y poderoso intercesor,

renovamos nuestra confianza en tu protección,

y ponemos en tus manos

nuestros problemas y necesidades,

sabiendo que contamos con tu paternal intercesión.

 San José,

maestro en nuestra vida cristiana,

tu presencia nos acerca más a Jesús y a María,

y a vivir como hombres y mujeres de fe,

alcánzanos la gracia de ser testigos del Evangelio

a través de nuestra sencillo trabajo cotidiano.

Amén

                                                                           AT sm

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