“He puesto todo en manos de San José, tanto las
personas como las cosas. Somos hijos de María. Ella es nuestra gloria y nuestro
consuelo. Pero también somos hijos de San José y no es pequeño el motivo de
confianza que en él tenemos”. (Carta 674, 19 de marzo de 1833, al Padre Lalanne)
El
Padre Chaminade intentó siempre transmitir su devoción a San José a la Familia
Marianista. Una devoción que iba más allá de un sentimiento
piadoso, y se concretaba en un reconocimiento como modelo en su trabajo y
en su vida de fe, y en la confianza filial en su protección y poderosa
intercesión.
Tenemos
en San José un modelo para aprender a vivir con sencillez cada día nuestro
trabajo como un aporte a la construcción de un mundo más humano. Por eso
encontramos un motivo de agradecimiento al Señor porque en el trabajo cotidiano
encontramos cada uno de nosotros una preciosa oportunidad para crecer y
desarrollar nuestros dones y un camino para vivir con dignidad nuestra propia
humanidad. San José pasa casi desapercibido en los Evangelios, pero sin
su trabajo cotidiano no hubiera sido posible la concreción histórica del
Evangelio del Padre Dios: su Hijo Jesucristo. A veces nuestro
trabajo pasa desapercibido o no tiene grandes resonancias, pero no perdamos el
sentido profundo de nuestro trabajo cotidiano, reconociéndonos como San José,
sencillos y fieles colaboradores en la misión, para que el Evangelio de Jesús
pueda transmitirse y su Reino se extienda en nuestro mundo.
San
José es nuestro modelo en el trabajo cotidiano, pero también es nuestro
poderoso intercesor. Nuestro Padre y Fundador, el Beato Guillermo José
Chaminade no dudaba en afirmar: “He puesto todo en manos de San José, tanto
las personas como las cosas. Somos hijos de María. Ella es nuestra gloria y
nuestro consuelo. Pero también somos hijos de San José y no es pequeño el
motivo de confianza que en él tenemos”. Por eso estamos invitados a crecer
en la devoción a San José y aumentar nuestra confianza en su intercesión.
No dudemos en poner en sus manos nuestros problemas y nuestras necesidades,
personales y materiales. Cuando el trabajo cotidiano se nos hace pesado y
perdemos el sentido, pidámosle que nos ayude a mirar el horizonte. Cuando
los problemas nos abruman y no sabemos cómo salir adelante, confiemos en su
cercanía y en su protección.
Tenemos
a San José como modelo de nuestro trabajo cotidiano y como nuestro cercano
intercesor, pero también la cercanía de nuestro Santo Patrono, nos acerca y
facilita cada día profundizar nuestra relación con María y con Jesús. La
cercanía de San José nos ayuda a vivir como él con una fe sencilla y nacida de
la sinceridad del corazón. Dejemos que nuestro Padre y Fundador, nos siga
invitando a través del testimonio y la confianza en San José, a vivir con
entusiasmo nuestra vocación de hombres y mujeres de fe que nos identifica como
marianistas. Siempre podemos encontrar una nueva oportunidad para profundizar
en nuestra vida cristiana, para crecer en la oración, para ahondar en la
Palabra, para fortalecer nuestra vida cotidiana con la práctica sencilla del
ejercicio de la Presencia de Dios,… Esta sencilla práctica puede ayudarnos y
podemos volver a ella una y otra vez. El Padre Chaminade recordaba
permanentemente a sus discípulos este “ejercicio de la Presencia de
Dios”. Se trata simplemente de hacer un momento de silencio y renovar
nuestra fe en la presencia del Señor que siempre está con nosotros, nos
acompaña y nos sostiene. Al iniciar el trabajo, durante el mismo, al retomarlo
después de un descanso… repetir sencillamente interiormente “Creo Señor que
estás conmigo, que nunca me abandonas”, o las palabras que libremente fluyan de
mi corazón, o la sencilla toma de conciencia en silencio de que no estamos
solos.
San José,
modelo en nuestro trabajo cotidiano,
ayúdanos a vivir con sencillez y alegría
nuestra jornada laboral de cada día,
concientes de que este manera,
nos unimos y colaboramos con la misión de Jesús y de María
patrono y poderoso intercesor,
renovamos nuestra confianza en tu protección,
y ponemos en tus manos
nuestros problemas y necesidades,
sabiendo que contamos con tu paternal intercesión.
maestro en nuestra vida cristiana,
tu presencia nos acerca más a Jesús y a María,
y a vivir como hombres y mujeres de fe,
alcánzanos la gracia de ser testigos del Evangelio
a través de nuestra sencillo trabajo cotidiano.
Amén
AT sm
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