La chamifrase de la semana 117 – Domingo
9 de marzo
“El enemigo de la salvación intentará quebrantar tus resoluciones con
nuevas ilusiones. Desconfía de él, desconfía más aún de ti mismo, y dile con
frecuencia al Señor: Confirma Señor, lo que has hecho en nosotros”. (Carta 1043 - 17 abril 1838. Al P. Lalanne).
En las últimas
décadas la confianza exacerbada en la “responsabilidad humana” y la
revalorización antropológica de la autodeterminación de la propia existencia
ayudaron a que se desestimara la acción del “mal espíritu” en nuestra
vida. Quizás como reacción a esto otros
grupos han exacerbado el cuidado frente a la acción del Maligno multiplicando
prácticas y rituales para neutralizar su influencia. En realidad, lo que necesitamos es sentido
común y una visión que beba en la tradición espiritual cristiana y hunda sus
raíces en la revelación bíblica.
El Padre Chaminade
nos ayuda a encontrar esta mirada y a profundizar desde ella un sano
discernimiento en nuestras vidas. Y en
ese caso, alertándonos sobre un modo de actuar del “mal espíritu” que muchas
veces disfraza de “ilusiones”, muchas veces aparentemente muy humanas y muy
cristianas, las tendencias del “hombre viejo” que está en nuestro corazón. Un discernimiento auténtico nos ayudará a
comprender que no son del “buen espíritu” algunos deseos (que a veces se
presentan como convicciones incuestionables) que nos llevan a pensar que en
nombre de la libertad, de la propia felicidad y hasta del proyecto de Dios para
nosotros, es posible quebrantar o anular resoluciones hondas y profundas que
hemos construido a lo largo de nuestra vida con la ayuda de la gracia y el
Espíritu de Dios.
No se trata de una mirada negativa de nuestra humanidad ni de una
concepción trágica del destino de nuestra vida influenciada por el “mal
espíritu”. Se trata de considerar esta afirmación como una verdadera invitación
a vivir con mayor autenticidad y por eso necesitamos un discernimiento profundo
que nos ayude a caminar de la mano del Espíritu de Dios, confiando en su
presencia que nos ilumina y fortalece en nuestra vida cada nuevo paso que
estamos invitados a dar en el seguimiento de Jesús. Ahondemos en esta actitud,
repitiendo y guardando en el corazón el salmo 138:
“Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime y no lo abarco.
¿A dónde iré lejos de tu aliento,
a dónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
Si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzara tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo "Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí",
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mi sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”
AT sm
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