domingo, 27 de enero de 2013

“La paz sigue los pasos de Jesús y reina donde reina Jesús” (1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

La chamifrase de la semana 63 – Domingo 27 de enero de 2013.


El Padre Chaminade no duda cuando habla de la paz auténtica de relacionarla directamente con la presencia de Jesús y con el lugar que le damos en nuestra vida.  Es el caso de esta hermosa frase, que más allá de su alto contenido espiritual está sostenida en una profunda experiencia existencial: no olvidemos las situaciones difíciles y conflictivas que tuvo que sufrir nuestro Fundador en los últimos años de su vida.

La paz la encontramos donde está Jesús, y donde dejamos que Jesús habite y “reine” está la paz.  Él nos sigue diciendo como a los apóstoles en el Evangelio de Juan: “Les doy la paz, les doy mi paz”, y aclara: “pero no como la da el mundo”. Y no deja de terminar su promesa afirmando: “¡No se inquieten ni teman!” (Jn 14,27).

La paz verdadera no es “la que da el mundo”.  La paz verdadera no simplifica ausencia de conflictos o dificultades, ni es la consecuencia de una vida asegurada por los bienes acumulados, ni tampoco se alcanza olvidándose de todo y de todos pasándose el día haciendo “om”.

La paz verdadera es la que sigue los pasos de Jesús: es la que se hace cargo y se compromete con la realidad; es la que no tiene miedo de involucrarse en las dificultades ni en el dolor de los demás; es la que no se pierde con las injurias y los desprecios porque se sostiene en el horizonte de sentido que le aportan la fe y la esperanza; es la que surge de la confianza en un Dios “Abbá” que nos ama incondicionalmente y nunca nos abandona.

Guillermo José nos invita a no desviarnos en el camino,  Cuando necesitemos que la paz habite en nosotros, busquemos las huellas de Jesús y allí la encontraremos.  Cuando necesitemos que reine la paz, dejemos que Él que “es nuestra Paz” (Ef. 2,14) habite en cada uno de nosotros y reine en nuestros corazones, en nuestras relaciones, en nuestras comunidades, en nuestras acciones.

Tanto Jesús como Guillermo José conocieron bien en sus vidas la presencia de quienes ponen palos en la rueda, de quienes buscan descalificarte y te juzgan desde paradigmas prejuiciosos y usando argumentos “razonables y muy espirituales”, de quienes intentan confundirte y hacerte renunciar a los impulsos y la guía del Espíritu, de quienes te rechazan por envidia o por incapacidad de aceptar su propia necesidad de conversión;  de quienes en una palabra desean que pierdas la paz.  Cuando tu interior comience a sentirse invadido por estas situaciones, no permitas que tu voz interior se desconecte de tu centro más profundo donde está tu verdad ni dejes que tu corazón reaccione de la misma manera.  Deja que las palabras de Jesús resuenen una vez en tu interior al ritmo de los latidos de tu corazón: “¡No se inquieten ni teman!”, y pídele a Guillermo José, nuestro Padre y Fundador que puedas también afirmar con la autoridad de tu propia experiencia: “La paz sigue los pasos de Jesús y reina donde reina Jesús”.


Señor Jesús,
Tú nos das la paz,
Tú nos das tu paz.
pero no como la da el mundo.
Danos la gracia de no inquietarnos
ni dejarnos invadir por el temor,
porque la paz sigue tus huellas
y reina donde Tú reinas.

Señor Jesús,
cuando nuestro corazón comienza a confundirse
y es arrastrado por los vientos del espíritu del mal
que anidan en nuestro interior
o que vienen disfrazados en las actitudes egoístas de los demás,
no permitas que nos hundamos en la angustia o en la ansiedad,
y fortalece nuestra fe para que podamos reconocer de corazón
que Tú eres nuestra verdadera Paz.

Señor Jesús,
no dejes de darnos la paz,
no dejes de darnos tu paz,
pero no como la da el mundo.
Señor Jesús sigue reinando en mi vida,
sobre mis luces y mis sombras,
sobre mis fortalezas y mis debilidades,
porque donde Tú reinas reina la verdadera Paz.
Amén.
                           AT sm

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martes, 22 de enero de 2013

“Mi confianza reside en el Señor y en su Madre, por quienes quiero vivir y morir” (Carta 1308 – 10 julio 1844 – Al Sr. Faye)


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

La chamifrase de la semana 62 – Martes 22 de enero de 2013.

Fiesta del Beato Guillermo José Chaminade, nuestro Padre y Fundador.
  
El Padre Chaminade explicita en los últimos años de su vida con sencillez y sin vueltas en quién ha puesto su confianza. Son años difíciles, de conflictos y sufrimientos, y en los que por momentos la obra gestada durante tantos años, parece que se desmorona por la ambición y la mediocridad de sus discípulos.  Y puede seguir adelante porque su confianza sigue estando puesta en el Señor y en su Madre.  Ellos son la razón de su existencia, el sentido de su vida,  y por ellos quiere vivir y morir.

Su declaración es para nosotros una invitación a dar gracias por su vida y su testimonio, por su entrega y su santidad.

Sus palabras sinceras y profundas son una ocasión para renovar nuestro amor filial a quienes es Padre y Fundador de nuestra Familia, y de quien necesitamos aprender a encarnar hoy ese modo de vivir el Evangelio que es el don del carisma marianista.

Su afirmación es para nosotros inspiración  y modelo para nuestra vida cristiana.  Dejemos que el eco de su voz resuene en nuestros corazones, para que también nosotros podamos llegar a decir “Mi confianza reside en el Señor y en su Madre, por quienes quiero vivir y morir”.

Su testimonio es también una llamada a confiar en su intercesión, para que por su intermedio pidamos al Espíritu que nos de la gracia de poner de corazón nuestra confianza en el Señor y en su Madre.

Celebremos con alegría la Fiesta del Beato Guillermo José Chaminade, rezando con fe la oración propia de la Eucaristía de este día:

Oh Dios, que otorgaste al Beato Guillermo José, presbítero,
la gracia de entregarse totalmente a la Virgen Madre de Dios
para comunicar al mundo la fe,
concédenos que, a ejemplo suyo,
demos siempre testimonio de Cristo
mediante la santidad de nuestra vida.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos
Amén.
                                     AT sm

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domingo, 20 de enero de 2013

“Hay que amar lo que se cree” (Carta 661 - 23 enero 1833. Al P. Lalanne).


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

La chamifrase de la semana 61 – Domingo 20 de enero de 2013.

El Padre Lalanne se encuentra trabajando en la obra de Saint Remy y le escribe al Fundador detallando las dificultades y conflictos que se suscitan en esa comunidad, y especialmente en la relación con el Sr. Clouzet.  Ambos son marianistas de la primera hora, fieles discípulos de Guillermo José y columnas del desarrollo de la misión marianista en la primera etapa de su historia.  El Fundador no desestima las situaciones objetivas que causaron el conflicto ni las actitudes subjetivas de ambos frente al mismo, pero la respuesta que escribe más que un manual de mediación fraterna es un pequeño tratado sobre “la fe del corazón”.

Guillermo José con la invitación a “amar lo que se cree” no se desentiende del problema sino que da la clave para enfocar la situación desde otro lugar.  Por eso con solicitud paterna le dice a Juan Bautista Lalanne: “Mi querido hijo, remediarás todos tus males interiores si la fe, sólidamente anclada en tu espíritu desde tus estudios superiores, pasa enteramente a tu corazón. Hay que amar lo que se cree.”

“Amar lo que se cree” no es una reacción del pietismo devocional al racionalismo iluminista de la fe (ambas posturas religiosas de la época).  “Amar lo que se cree” es el camino para llegar a la adhesión del núcleo interior más profundo del ser humano a la persona de Jesús.  “Amar lo que se cree”  es dejar hechar raíces a la Presencia del Señor en ese centro vital que el lenguaje bíblico ha identificado con el corazón.  “Amar lo que se cree” es la definición de lo que el Padre Chaminade denomina habitualmente “la fe del corazón”, siguiendo las enseñanzas de San Pablo:  “Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios los resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para alcanzar la salvación” (Rm. 10,9-10).

La fe del corazón, amando lo que se cree, consolida en nosotros el espíritu de Cristo: haciendo nuestras sus maneras de pensar, sentir y actuar. La fe del corazón nos habilita para ver la vida y el mundo con la mirada de Jesús, y para vivir siguiendo sus huellas.

Cuando el Padre Chaminade le pide al Padre Lalanne que ame lo que cree, lo está invitando a encarnar en su mirada y en su acción cotidiana los valores evangélicos que contempla en Jesús y que predica a los demás.

Creo Señor, pero aumenta mi fe,
concédeme el don de la fe del corazón,
para que me decida a amar lo que creo,
y dejar que tu Espíritu consolide en mi interior tu Presencia:

que tu Palabra hunda sus raíces en mi yo más profundo,
que tu Gracia modele cada día mi corazón y lo haga semejante al tuyo,
que tu Amor transforme mi interior y me impulse a caminar por tus huellas.

Creo Señor, pero aumenta mi fe,
concédeme el don de la fe del corazón,
para que amando lo que creo
crezca en mí tu modo de pensar, de sentir y de actuar:

para que pueda mirar la realidad a la luz de tu Evangelio,
para que pueda sentir y compartir con los demás tu ternura y tu compasión,
para que pueda actuar cada día haciéndole lugar a tu Reino que crece.

Creo Señor, pero aumenta mi fe,
concédeme el don de la fe del corazón,
para que mi testimonio sencillo y cotidiano exprese con humildad que
“hay que amar lo que se cree.
Amén.
                                                           AT sm

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domingo, 13 de enero de 2013

“La fe es en nosotros un enérgico resorte” (Carta 192 - 22 marzo 1822. A Adela de Trenquelléon).


La chamifrase de la semana 60 – Domingo 13 de enero de 2013. Fiesta del Bautismo del Señor


El Padre Chaminade escribe a la Madre Adela respondiendo a varias inquietudes que ella le había presentado en cuanto al acompañamiento de sus hermanas.  Al hablar de las “personas reacias” el Fundador las define como aquellas “que no tienen en sí misma un resorte que las mueva, que las impulse, que las estimule”.
Y es allí que sugiriendo un remedio para que Adela las ayude en su camino es que nos regala esta hermosa definición metafórica de la fe.  “La fe es un enérgico resorte” que moviliza, impulsa, estimula, motoriza nuestra vida.
Ahora cabe preguntarnos ¿Cuál es esa fe que se convierte en nuestra vida en un enérgico resorte? Porque decimos que somos creyentes, que la fe es muy importante en nuestra vida,… pero no pocas veces somos también “personas reacias” al cambio, a la transformación interior, a la conversión.

La fe que es un “enérgico resorte” es la fe que nace de un encuentro profundo e íntimo con el Señor Jesús, de la experiencia de amistad con ÉL, de la convicción que en Él somos también hijos amados del Padre Dios.
La fe que es un “enérgico resorte” es la fe que hunde sus raíces en nuestro corazón, ilumina nuestras sombras interiores y sana nuestras heridas profundas.

La fe que es un “enérgico resorte” es la fe que se alimenta de la Palabra y de la Eucaristía, que se hace más honda en el silencio  y en la oración, y que se consolida en la vida compartida con los hermanos.

La fe que es un “enérgico resorte” es la fe que se permite reconocer a Dios más allá del Templo: en la Creación que habitamos, en la historia que transitamos y en  el rostro de los hermanos, especialmente en el de los más pobres y excluidos.

La fe que es un “enérgico resorte” es la fe que no se guarda ni se hace devoción en sí misma, sino que se expande y se comunica en la misión.

La fe que es un “enérgico resorte” es la fe que no se resigna a “lo que hay”, sino que es puerta siempre abierta para despertar nuevas posibilidades.

Pidamos al Señor que nos regale esta fe:  la fe que es un “enérgico resorte” .  La fe que impulsó y fue el motor de nuestros Fundadores, el Padre Guillermo y la Madre Adela. Para que así podamos vivir de la fe y actuar por ella, y ayudar a los demás “a no obrar más que por la fe, a no vivir más que de la fe”.

Señor Jesús,
necesito que tu Espíritu suscite en mí
la fe que es un enérgico resorte,
la fe que impulse, estimule y movilice mi vida.

Señor Jesús,
creo en Ti, quiero seguir tus huellas,
pero la mediocridad me inmoviliza
y no dejo que tu Presencia transforme mi corazón.

Señor Jesús,
no quiero vivir más que de la fe,
no quiero actuar más que por la fe,
dame la gracia de hacer de este deseo un compromiso cotidiano.

Señor Jesús,
sé que estás siempre a la puerta esperando,
quiero abrirte y volver a experimentar tu amistad,
porque solo en Ti se puede sostener la fe que es un enérgico resorte.

Amén

AT sm

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domingo, 6 de enero de 2013

“Cuando se tiene a Dios, se tiene todo. En cambio, cuando uno tiene todo sin tener a Dios, sólo tiene inquietud, amargura, remordimiento y desesperación” (Carta 384 - 18 diciembre 1825. A un religioso de la Compañía)

La chamifrase de la semana 59 – Domingo 6 de enero de 2013. Solemnidad de la Epifanía del Señor


Al final de una larga carta en la que el Padre Chaminade responde a un religioso marianista que estaba en una profunda crisis vocacional y existencial, encontramos esta afirmación clara y contundente.  Sin haber escatimado esfuerzo en desarrollar los argumentos racionales y espirituales necesarios para movilizar al remitente y ayudarlo a discernir su situación, no puede Guillermo José finalizar su orientación sin apelar al argumento esencial en la vida de cualquier persona creyente. Es el argumento de la fe.  Es una llamada a despertar del sopor de la crisis y preguntarse con honestidad: ¿Qué lugar tiene realmente Dios en mi vida?
Y sin decirlo ni aplicarlo directamente a la vida del religioso a quien estaba ayudando a fluir de una situación aparentemente sin salida, pero dejando la puerta abierta para que él mismo lo haga, afirma con la autoridad de su propio testimonio personal: “Cuando se tiene a Dios, se tiene todo”.

Esta persona en cuestión experimentaba inquietud porque quizás en otra situación vital podría acceder a otro status (con la “intención” de ofrecer mayor bien a la Iglesia), cierta amargura porque no encontraba satisfacción en su vida, remordimiento al pensar que la causa de su estado podría haber sido su propia infidelidad, y la desesperación al no poder ver un horizonte muy lejano. 

El Fundador lo ayuda a darse cuenta que esos estados anímicos no desaparecerán mientras siga pensando que sus necesidades pasan por tener mayor reconocimiento social o eclesial.  Puede seguir intentando tenerlo todo, pero mientras no tenga a Dios como su mayor tesoro difícilmente podrá ser feliz.  O dicho de otro modo, “tenerlo todo” de verdad.

¿Pero es que entonces hay que “dejarlo todo”  para ser feliz? La radicalidad de la vida cristiana para la Familia Marianista no pasa por renunciar a todos los “bienes” de este mundo. Los necesitamos para cumplir nuestra misión en el corazón del mismo mundo.  Pero cuando ellos se convierten en el “todo” que deseamos, buscamos, necesitamos… aunque sean buenos y honestos, aunque sean opciones “evangélicas”… la inquietud, la amargura, el remordimiento y la desesperación comienzan a echar raíces en nuestro interior. 

La afirmación de nuestro Padre y Fundador es también hoy una llamada para nosotros.  Si estamos en una situación similar a la del religioso que recibió esta carta, puede ser una llamada a despertar y a reenfocar nuestra vida. Si estamos en un tiempo de crecimiento y plenitud nos ayudará a reconocer agradecidos el fundamento de esta situación de bonanza.  Y si estamos en una etapa de la vida en la que sentimos que seguimos adelante sin grandes preocupaciones pero a la vez sin fuertes motivaciones a crecer y transformar nuestras vidas, también nos viene bien preguntarnos : ¿Qué lugar tiene realmente Dios en mi vida?.

Te invito a buscar un rato de silencio para mirar tu vida hoy,… y preguntarte con serenidad: ¿Qué lugar tiene realmente Dios en mi vida?

Y al finalizar tu reflexión personal, orar sencillamente repitiendo en tu interior:

Señor Jesús
busco en tantas cosas “tenerlo todo”,
ayúdame a tenerte a Ti, y así realmente tenerlo todo.
Amén
AT sm

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