domingo, 25 de agosto de 2013

“En adelante, caminaremos por el camino estrecho que conduce a la vida. Jesucristo es el camino, y también es la puerta”. (Carta 787 - 21 julio 1835. Al P. Perrodin).


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE
 La chamifrase de la semana 84 – Domingo 25 de agosto

 “En adelante, caminaremos por el camino estrecho que conduce a la vida. Jesucristo es el camino, y también es la puerta”.
                               (Carta 787 - 21 julio 1835. Al P. Perrodin).

El Padre Chaminade escribe a un sacerdote que está preparándose para ingresar en la vida religiosa marianista.  Es ya un hombre con experiencia espiritual y trayectoria sacerdotal.  Guillermo José, no le da consejos desde su posición de Superior y Fundador.  Se pone a la par del P. Perrodin  y le propone: “En adelante, caminaremos por el camino estrecho que conduce a la vida”. Ambos vivirán muchos años y morirán con edad muy avanzada. El P. Perrodin, ocupará el confesionario de la Magdalena durante varias décadas luego de la muerte del Padre Chaminade, convirtiéndose en un reconocido referente espiritual por sus consejos y por su testimonio de vida.  Sin lugar a dudas, supo escuchar la invitación del Fundador, y se animó a caminar por “el camino estrecho que conduce a la vida”.  El secreto para poder reconocer y encontrar ese camino, se lo reveló el mismo Guillermo José: “Jesucristo es el camino, y también es la puerta”.
¿Nos animamos y nos comprometemos también nosotros afirmando de corazón: “En adelante, caminaremos por el camino estrecho que conduce a la vida”? Hemos recibido también la clave para poder reconocer y encontrar este camino.  Con palabras de Guillermo José, recibimos el eco de la misma Palabra de Dios: “Entren por la puerta estrecha” (Mt 7,13), “Yo soy la puerta” (Jn 10,9), “Yo soy el Camino” (Jn 14,6).
 En realidad, podríamos decir que esto ya lo sabemos, que es el ABC del catecismo cristiano, y que es lo que intentamos vivir.  Pero cada tanto nos viene bien recordarlo y con fe y esperanza volver a repetir: “En adelante…”. La conversión es un proceso al que necesitamos volver una y otra vez en nuestras vidas, tomando conciencia de la necesidad de reencauzar el rumbo.  En nuestro camino de conversión, es pedagógico y es también necesario que en ciertos momentos, con el deseo renovado de cambiar, podamos afirmar “En adelante….”.  Es cierto que solos no podemos y necesitamos la gracia del amor de Dios que sane nuestro interior y nos impulse a retomar el camino. Pero el Maestro que no nos hará faltar su Presencia misericordiosa nos recuerda: “Esfuércense en entrar por la puerta estrecha” (Lc 13,24).  El esfuerzo y la voluntad son la expresión de nuestra decisión interior de conversión.  Sabemos que contamos con la gracia de Dios pero tenemos que poner también de nuestra parte lo que nos corresponde a nosotros.

Nos lo recuerda también nuestro Padre y Fundador, en la misma carta al P. Perrodin:

 “Nos esforzaremos en seguir a Jesucristo acompañados siempre por nuestra Madre, la Virgen María”.  El esfuerzo es necesario. Si lo hacemos juntos. Si nos acompañamos. Y si nos dejamos acompañar por María. Podremos en adelante, caminar con entusiasmo por el camino estrecho que conduce a la Vida.

 

Señor Jesús,

en adelante queremos caminar

por el camino estrecho que conduce a la vida.

Te reconocemos como el Camino que estamos invitados a seguir,

y también como la Puerta que debemos atravesar.

 
Señor Jesús,

contamos con tu gracia y con tu amor que sanan las heridas de nuestro corazón,

y nos levantan para volvernos a poner en camino.

Te damos gracias por la gratuidad de tu salvación

y te bendecimos porque aunque la puerta sea estrecha, nunca está cerrada.

 
Señor Jesús,

sabemos que estamos marcados por la fragilidad y la debilidad,

pero estamos decididos a seguirte y a poner también nuestro esfuerzo.

Ayúdanos a descubrir que si nos apoyamos unos a otros el camino se allana,

y regálanos la gracia de dejarnos acompañar por nuestra Madre, la Virgen María.

 Amén

                                                                        AT sm

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lunes, 19 de agosto de 2013

“Nosotros no somos más que los testigos pasajeros de la doctrina enseñada por Jesucristo. Se nos ha ordenado predicar a tiempo y destiempo” (Carta 93 - 15 octubre 1817 - A la Madre Adela de Trenquelleón).


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

 La chamifrase de la semana 83 – Domingo 18 de agosto de 2013

Nosotros no somos más que los testigos pasajeros de la doctrina enseñada por Jesucristo. Se nos ha ordenado predicar a tiempo y destiempo

                           (Carta 93 - 15 octubre 1817 - A la Madre Adela de Trenquelleón).

El Padre Chaminade escribe una larga respuesta a la Madre Adela.  Entre tantas ocupaciones y la fundación de la Compañía de María, se le habían ido juntando unas cuántas cartas llegadas del Convento de las hermanas de Agen.  Había pasado un poco más de un año de la fundación del mismo y Adela necesitaba plantearle al Fundador diversas situaciones que se iban presentando para recibir su parecer y poder  tomar decisiones.  Entre tantas respuestas a situaciones concretas Guillermo José no duda en recordarle a Adela que “nosotros no somos más que los testigos pasajeros de la doctrina enseñada por Jesucristo”.  Quiere decirle que no tenemos que inventar nada nuevo, la novedad la trajo Jesús de Nazaret, y a nosotros nos toca en este tiempo de la historia ser testigos de ese Evangelio.  Por eso, más allá de las situaciones  concretas e institucionales a las que Adela se enfrentaba, le recuerda que “se nos ha ordenado predicar a tiempo y a destiempo”.  Conflictos y situaciones complicadas que nos ocupen y preocupen habrá siempre.  Nunca estaremos personalmente del todo preparados ni nuestras instituciones finalmente acabadas para dedicarnos al apostolado.  Estamos llamados a predicar el Evangelio en todo momento, con nuestra palabra y sobre todo con nuestro testimonio de vida.

Hoy también nos encontramos tantas veces en una sociedad y en un mundo en el que parece que el mensaje evangélico no tiene lugar.  Nos preocupamos demasiado de tener las planificaciones pastorales y los instrumentos adecuados para anunciar el Evangelio.  Sentimos que los conflictos nos bloquean.  Nos dejamos llevar por un enquistado “respeto humano” que nos lleva a licuar el Evangelio de Jesucristo.  Nos preocupa ser bien aceptados, queridos, valorados,… y nos olvidamos que el Maestro terminó su existencia histórica en una Cruz.

Guillermo José,  tiene amplia experiencia apostólica y relativiza las situaciones que a veces nos paralizan y bloquean en nuestra misión, por eso en la misma carta expresa con seguridad: está ya previsto que el mundo no nos escuchará siempre; no por eso hay que testimoniar menos la verdad, mientras nos sean dados el tiempo y el poder hacerlo: Dios hará fructificar cuando le plazca; que él no permita que se nos pueda reprochar negligencia. Sería tiempo perdido si no se instruyese: no será perdido por el solo hecho de que sea mal recibido o descuidado por los oyentes”.

Guillermo José,  llamaba a esta fuerza interior, a este ardor apostólico, a esta pasión misionera, a ese “fuego que trajo Jesucristo al mundo”: “celo por la salvación de las almas”.  Escuchemos su invitación, dejemos a un lado los miedos y la búsqueda tan  humana pero no siempre bien integrada, de ser queridos y aceptados por todos. Seamos humildes y desestimemos la fantasía de que sólo nosotros sabemos lo que hay que hacer.  Y sencillamente, dejemos que el Espíritu de Jesús, encienda ese “celo” en el interior de nuestras personas y de nuestras comunidades, para que no tengamos reservas en “salir al mundo” y “predicar a tiempo y a destiempo”.

Señor Jesús,

necesitamos volver a escuchar tu llamado a seguirte,

y a comprometernos con nuestra vocación de discípulos misioneros

en este tiempo de la historia que nos toca transitar.


Señor Jesús,

Tú viniste “a traer fuego sobre la tierra” (Lc. 12,49),

que tu Espíritu lo encienda y lo haga arder

en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades.


Señor Jesús,

que ese ardor apostólico, que esa pasión misionera,

nos levante y nos ponga en actitud de salir

y de ponernos en camino cada día.


Señor Jesús,

sabemos que no faltarán las críticas y las dificultades,

no siempre habrá aplausos y a veces experimentaremos el rechazo,

pero nunca estaremos solos, porque siempre estarás con nosotros.

Señor Jesús,

despierta en nosotros la alegría de evangelizar y el entusiasmo misionero,

para que con perseverancia y compromiso,

salgamos “a predicar a tiempo y a destiempo”.

Amén

                                                        AT sm

 

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jueves, 15 de agosto de 2013

“Navegamos por un mar proceloso, pero evitaremos los escollos si tenemos la mirada fija en la estrella que nos guía: Respice stellam, voca Mariam" (Carta 1281 - 13 noviembre 1843. Al P. León Meyer).”


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

 La chamifrase de la semana 82 – ESPECIAL – 15 de agosto de 2013 –

FIESTA DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN

 
“Navegamos por un mar proceloso, pero evitaremos los escollos si tenemos la mirada fija en la estrella que nos guía: Respice stellam, voca Mariam”

                                            (Carta 1281 - 13 noviembre 1843. Al P. León Meyer).
 

En esta frase de una carta del Padre Chaminade al P. Meyer, uno de los marianistas que supo captar en profundidad el espíritu marianista del Fundador, se condensa tanto su mariología como su gran confianza en la presencia de la Virgen María en nuestra vida.

En primer lugar tenemos que recordar la impronta “guerrera” de la mariología chaminadiana. La Virgen María tiene hoy una misión, especialmente en medio de las tormentas del mundo, y tiene reservada en nombre de su Hijo la victoria en la lucha contra el mal. Es por eso que en las dificultades y las tempestades Ella con su presencia salva nuestra fe del naufragio. Guillermo José no sitúa la presencia de María en un mundo de ángeles y olores de rosa, sino en medio del mundo en el que nos toca vivir, porque allí se juega hoy la misión que abre puertas a la irrupción del Reino de Jesús.

 

En segundo lugar, y como consecuencia de su visión mariológica, el Padre Chaminade vive de corazón una gran confianza filial en María, lo que le permite seguir fiel a su vocación a pesar de las dificultades que experimenta especialmente en la última década de su vida.  Todos pueden abandonarlo, pero sabe que María no lo va a dejar solo.  Ella es la estrella que nos guía, Modelo de nuestro peregrinar en la fe, y también es la Madre que nos sostiene y anima para seguir adelante.

 

Respice stellam, voca Mariam: Mira a la estrella, invoca a María.  Un lema que Guillermo José repetía para sí y para los demás habitualmente, tomado de la hermosa exhortación de San Bernardo.  Renovemos con nuestro Padre y Fundador, nuestra confianza filial en la presencia de María en nuestra vida y en nuestra misión.  Lo hacemos tomándonos el atrevimiento de convertir en oración las enseñanzas de San Bernardo antes mencionadas:

 

Si se levantan vientos de tentaciones

o tropiezo en escollos de grandes pruebas,

miro la estrella, te invoco María.


Si me zarandean olas de orgullo o detracción

y me hunden emulaciones ambiciosas,

miro la estrella, te invoco María.


Si la ira, la avaricia, el deleite carnal,

sacuden la navecilla de mi alma,

te miro María.

 
Si turbado ante la memoria de mis enormes culpas,

confuso ante la vista de mi horrible conciencia,

aterrado ante la idea del juicio,

soy absorbido en la sima sin fondo de la tristeza

o en el abismo de la desesperación,

pienso en Ti, María.
 

En los peligros, en las dificultades, en las dudas,

pienso en Ti, María.

 
No te apartes de mi boca,

no te alejes de mi corazón,

que no olvide los ejemplos de tu vida.

 
Siguiéndote no me desviaré;

invocándote, no me desesperaré;

pensando en Ti, no me equivocaré.

 
Si Tú me sostienes, no caeré;

si Tú me proteges, nada podré temer;

si Tú me guías, no sentiré la fatiga;

si Tú me amparas, llegaré a la meta.

Amén

                                                          AT sm

 
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sábado, 10 de agosto de 2013

“Ve siempre adelante, sé generoso y fiel a la gracia del Señor y que la oración te conserve siempre en la verdadera paz” (Carta 1188 - finales enero 1840. Al P. Chevaux).

Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

La chamifrase de la semana 81 – ESPECIAL – 10 de agosto de 2013
Homenaje agradecido a Don Lorenzo Aspe sm en su 100° cumpleaños

Ve siempre adelante, sé generoso y fiel a la gracia del Señor y que la oración te conserve siempre en la verdadera paz” 

(Carta 1188 - finales enero 1840. Al P. Chevaux).

El Padre Chaminade anima a uno de sus discípulos y lo invita a ir siempre adelante.  El Padre Chevaux era un religioso fiel y muy valorado en los primeras épocas de la Compañía de María (fue Maestro de Novicios y el tercer Superior General), pero cada cierto tiempo, se decaía y necesitaba ser animado.  El Padre Chaminade lo conoce bien, y no duda en invitarlo a ir siempre adelante.  Y le pone solamente dos condiciones: ser generoso y fiel a la gracia de Dios (o sea confiar en que si le abrimos el corazón al Señor, Él será nuestra fuerza y la fuente de nuestra vitalidad) y que la oración lo conserve siempre en la verdadera paz (porque cuando la oración es auténtica es encuentro profundo e íntimo con el Señor, y Él es nuestra verdadera Paz).
Este consejo del Padre Chaminade no es solo una formal expresión de deseos o una respuesta oportuna para las recurrentes depresiones del Padre Chevaux.  
Es una verdadera expresión testimonial de Guillermo José, que lo ha vivido durante toda su vida. Siempre adelante… en la persecución, en el exilio, en las dificultades, en los tiempos de alegría y crecimiento, en los conflictos, en…. Siempre adelante con la intención de no negar nada a la iniciativa del Señor  y ser fiel a su gracia.  Siempre adelante encontrando la paz verdadera en la oración.  Siempre adelante en las tormentas y en la calma, en la noche y a pleno día, bajo la lluvia y a pleno sol.  Siempre adelante porque se tiene claro cuál es la meta, y cuál es la fuerza que nos lleva hacia ella.  No importa si los caminos son llanos o irregulares, si hay que volver a caminarlos o rectificarlos… siempre adelante!!!
Así nos presentan los Evangelios a Jesús caminando siempre adelante hacia Jerusalén.  Así vemos en la historia de la Iglesia a tantos y a tantas que han seguido siempre adelante a pesar de las dificultades y los problemas, a pesar de su propia debilidad, siempre adelante porque supieron confiar en la presencia transformadora de la gracia de Dios y descubrieron la fuente de su energía en la oración.  Siempre adelante, como Guillermo José y tantos y tantas que nos precedieron en el camino de la fe y de la vida marianista. 
Es cierto que algunas veces nos hemos quedado con la desazón de los que prefirieron quedarse o desviarse del camino. Pero no podemos dejar de contemplar el testimonio de tantos y tantas que con sencillez y entusiasmo hoy se suman a nuestro Padre y Fundador y  nos dicen también a nosotros (que a veces andamos enredados en sentimientos paralizantes como los del P. Chevaux): Ve siempre adelante, sé generoso y fiel a la gracia del Señor y que la oración te conserve siempre en la verdadera paz”.


Señor, quiero seguir siempre adelante,
tomado de tu mano y confiando en tu Presencia,
abriendo lo más profundo de mi ser a tu gracia,
para ser sanado y transformado en mi interior.

Señor, quiero seguir siempre adelante,
reconociendo mis pecados y la necesidad de tu amor,
poniendo en tus manos mis debilidades
y confiando en el poder de tu infinita misericordia.

Señor, quiero seguir siempre adelante,
en los tiempos de bonanza y en medio de las tempestades,
cuando estoy alegre y también cuando estoy triste,
cuando los miedos me paralizan y cuando tu Presencia me llena de paz.

Señor, quiero seguir siempre adelante,
animado por el testimonio de tantas personas
que decidieron ir siempre adelante,
apoyados en tu gracia y con la fuerza de la oración.

Señor, quiero seguir siempre adelante,
quiero ser fiel y generoso a tu gracia,
y deseo que el encuentro íntimo y cotidiano contigo en la oración
me conserve siempre en la verdadera paz.

Señor, quiero seguir siempre adelante,
Amén

                                  AT sm

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miércoles, 7 de agosto de 2013

“Empezarás la meditación adorando a Dios y… te mantendrás en presencia de Dios con el mayor recogimiento” (Carta 9 - 27 mayo de 1796. A la Srta. Teresa de Lamourous)


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

 La chamifrase de la semana 80 – TALLER DE ORACIÓN IV
 
Empezarás la meditación adorando a Dios y… te mantendrás en presencia de Dios con el mayor recogimiento”
                                      (Carta 9 - 27 mayo de 1796. A la Srta. Teresa de Lamourous)

 El ejercicio de fe en la Presencia de Dios en la vida diaria (incorporado como hábito al inicio de cada actividad importante del día o practicado en diversos momentos de la jornada como oración del corazón) prepara para el momento dedicado explícitamente a la oración pero no exime de volver a dedicarle un tiempo especial al inicio de la misma.  Para el Padre Chaminade, al iniciar la oración, en el tiempo dedicado al ejercicio de fe en la Presencia de Dios se juega la profundidad y el fruto de la misma.
 
En primer lugar es necesario disponerse exterior e interiormente para la oración. El primer paso es la decisión interior de dedicar un tiempo a la oración, que muchas veces no es fácil en la vorágine cotidiana. Hay que dar el paso.  Es preferible poder dedicar todos los días un tiempo aunque no sea muy largo, que esperar el día en que uno pueda dedicar un tiempo más prolongado. Es necesario también encontrar un lugar adecuado y una postura corporal que facilite la interioridad y el recogimiento.  La respiración tranquila y profunda ayuda a disponerse a iniciar la oración.

 Luego de esta preparación, Guillermo José nos invita a dedicar un tiempo tranquilo al ejercicio de fe en la Presencia de Dios. Es un tiempo para tomar conciencia de la presencia mutua del Señor y de uno mismo, iniciando un diálogo de amistad.  Para el Padre Chaminade es fundamental tomar conciencia de la “distancia” que hay entre la Presencia de Dios (infinita, eterna, omnipotente, omnipresente) y nuestra presencia (frágil, débil, vulnerable, herida por el pecado).  A simple vista uno pudiera pensar que esto no facilita la intimidad con el Señor, pero es justamente lo contrario, cuanto más somos conscientes de quienes somos los que “nos encontramos” en la oración, más profundo será el encuentro.
 
Este tiempo dedicado al ejercicio de fe en la Presencia de Dios al inicio de la oración dispone para entrar luego en el cuerpo de la oración (en el que se focaliza el tema de la oración a través la meditación sobre la Palabra u de otro subsidio espiritual). Pero el Padre Chaminade insiste en que si uno se siente llamado a permanecer en este ejercicio, puede muy bien completar todo el tiempo dedicado a la oración.

Ciertamente cada uno tendrá que ir buscando el modo personal y el lenguaje propio para desarrollar este ejercicio de fe en la Presencia de Dios al inicio de la oración.  Para comenzar te aportamos una posibilidad inspirada en los textos chaminadianos:

 
Aquí estoy Señor, creo en tu Presencia aquí y hora,

en tu Presencia que nos acompaña, nos anima, nos sostiene, nos habita. 

En ella somos, nos movemos y existimos.

Renuevo mi fe en tu Presencia cercana y amiga,

siempre dispuesto a recibirme en tu abrazo misericordioso

y a caminar a mi lado.

Aquí estoy Señor, frágil, débil, pecador,

tantas veces incoherente entre mis ideales y mi vida cotidiana.

Aquí estoy Señor frente a Ti, Dios omnipotente e infinito,

el Amor eterno, el Principio y el Fin,

el Camino, la Resurrección y la Vida.

Aquí estoy Señor, sumergido en tu Presencia

como un pececito en medio del océano.

Aquí estas Señor,  invitándome a vivir en Ti,

a dejarme transformar por tu Amor.

 Aquí estás Señor, tú me sondeas y me conoces,

conoces si me siento o me levanto,

estás atento a mis alegrías y a mis tristezas, …

enséñame a conocerme como Tú me conoces,

a mirar mi historia con tus ojos misericordiosos,

a saber reconocer los dones que me has regalado.

Aquí estoy Señor. Aquí estás Señor.

Te alabo y te bendigo.

Gloria a Ti Señor, que eres Padre, Hijo, y Espíritu Santo,

ahora y por siempre  por los siglos de los siglos.

Aquí estoy Señor. Aquí estás Señor….

                                                                                              AT sm

 

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domingo, 4 de agosto de 2013

“No podrás, querido hijo, trabajar seriamente en el asunto de tu salvación y hacerlo de manera eficaz, más que desprendiéndote de los bienes de este mundo y cumpliendo con honestidad toda justicia.”(Carta S 959 bis – 30 abril 1837 – Al Sr. Soleil, padre)


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE
 
La chamifrase de la semana 79 – Domingo 4 de agosto 2013

 No podrás, querido hijo, trabajar seriamente en el asunto de tu salvación y hacerlo de manera eficaz, más que desprendiéndote de los bienes de este mundo y cumpliendo con honestidad toda justicia.”

(Carta S 959 bis – 30 abril 1837 – Al Sr. Soleil, padre)

El Padre Chaminade no duda en meterse con un tema difícil como es el de los bienes y el dinero.  Y no lo hace solamente en forma retórica. Se está dirigiendo a alguien que le insiste con pretensiones económicas que ya fueron suficiente y justamente pagadas en concepto de indemnización y otros asuntos varios.

El tema de los bienes y su uso, ha sido un tema conflictivo para los cristianos desde el comienzo.  Jesús es claro y lo demuestra con su propia vida.  Los Padres de la Iglesia han predicado hasta el cansancio que los bienes de esta tierra son para que todos tengan una vida digna y no sólo para que lo disfruten unos pocos. Los siglos han ido licuando el mensaje evangélico, focalizando la “pobreza” como una característica de los religiosos que siguen a Jesús “más radicalmente” y en nombre del respeto a los derechos de la persona se ha dejado lugar a la supremacía del derecho a la propiedad más que el deber de la solidaridad y la comunión.

En la zona oscura del corazón humano está presente la raíz de la avaricia y el deseo de apropiarse de todo lo posible, que en una sociedad capitalista y consumista como en la que vivimos, puede llegar a convertirse en ideal de vida.

Vivimos preocupados y ocupados por tantas cosas que no pueden darnos la verdadera felicidad.  Y no se trata solamente de dinero, también gastamos tanta energía, tiempo,…gastamos ¡tanta vida! en lograr conseguir ese reconocimiento por lo que tenemos y por lo que aparentamos ser y tener.  Y esto no es una oposición a una justa preocupación por tener lo justo y necesario para poder vivir una vida digna y una adecuada compensación por el esfuerzo  y el trabajo cotidiano, poder ofrecer oportunidades de crecimiento a los hijos y disfrutar también agradecidos de las posibilidades de descanso y esparcimiento.

Vivimos en una sociedad en la que cada vez “necesitamos más” para estar bien, para estar mejor, para ser felices. Y en el camino, más de una vez los “bienes” que nos abren la puerta a la “salvación” verdadera van quedando para otro momento.  Esos bienes que no se pudren ni se los come la polilla o la inflación, van quedando en lista de espera.  Esos bienes están llamados a ser nuestra verdadera riqueza.  Y entre ellos Jesús, el Señor, que nos invita a recibir su Reino como nuestra mayor riqueza.

Y no se trata ahora de “vivir fuera de la sociedad”, porque sería justamente contrario a la fuerte dimensión de la encarnación de la vida cristiana.  Se trata de usar y disponer de los bienes materiales “desprendidos” de ellos, para que los bienes que efectivamente pueden regalarnos Vida en abundancia encuentren lugar en nuestra vida interior, en nuestras relaciones con los demás, en los criterios que utilizamos para definir nuestros proyectos personales y comunitarios, y colaboren en la construcción del Reino de Jesús.  En este contexto, la solidaridad y el compartir con los que menos tienen,  no se queda en el cumplimiento de un deber de la caridad cristiana, sino que promueve la manifestación de una vida más plena para todos.

Dejémonos interpelar por Guillermo José, que nos invita también a nosotros a desapegarnos de los bienes materiales para poner el fundamento de nuestra vida en los bienes que no se apolillan ni se gastan.

 
Señor Jesús,

Vos llamaste felices y bienaventurados

a quienes tienen alma de pobres

porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Vivimos en una sociedad que pone el ideal de la felicidad

en los bienes materiales que se poseen.

Danos Señor el don del discernimiento para saber valorar

y ser agradecidos por los bienes que nos permiten una vida digna.

Fortalécenos con tu gracia para que podamos vivir “desapegados”

y así hacerle lugar en nuestra vida a los bienes que son el

auténtico fundamento de nuestra felicidad,

porque la verdadera riqueza no se apolilla ni se gasta,

la verdadera riqueza es tu Vida en abundancia.

Amén

                                                                          AT sm
 

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