domingo, 31 de julio de 2011

"Las pruebas nos recuerdan nuestra fragilidad y nos llevan a buscar nuestra fuerza solamente en la confianza en Dios"


La chamifrase de la semana 9

"Las pruebas nos recuerdan nuestra fragilidad y nos llevan a buscar nuestra fuerza solamente en la confianza en Dios"

(Carta 83 del 14 de enero de 1817 a Adela de Trenquelleón)

Normalmente, en la vida cotidiana, vivimos como si fuéramos “dueños” de nuestra propia vida.  Pero apenas aparece alguna situación que interrumpe nuestro diario vivir con alguna inesperada enfermedad o accidente, tomamos rápidamente conciencia de nuestra fragilidad. 

A estas situaciones muchas veces las llamamos “pruebas”.  Pero no son más que consecuencias de nuestra vida humana y de sus vicisitudes. A veces necesitamos “echarle la culpa” a alguien de estas situaciones, y hasta somos capaces de decir que es “Dios el que nos manda estas pruebas” para que seamos más buenos y mas creyentes.

Es cierto que estas “pruebas” nos recuerdan nuestra fragilidad, pero ya decía Jesús que nos invitó a llamar a Dios Padre, ¿puede un padre darle algo malo a sus hijos?

Y permanentemente en sus cartas personales, Guillermo José nos recuerda que cuando surgen estas pruebas, Él no se borra ni nos deja solos.  Nos ofrece su sostén y su fuerza.  En medio de las “pruebas” de la vida renovemos nuestra confianza en nuestro Dios Padre-Madre que renueva nuestra fuerza con su Presencia de amor y ternura, y repitamos con el salmista: “El Señor es mi fuerza, mi corazón confía en Él” (Sal. 28, 7).

Señor tu eres mi fuerza
mi corazón confía en tu Presencia.
Señor tu eres la roca que me sostiene
mi corazón descansa en tu Presencia.
Señor tu eres mi refugio,
mi corazón se pacifica en tu Presencia.
Señor tu eres mi liberador,
mi corazón se alegra en tu Presencia.
Amén

                                                            A T sm

domingo, 24 de julio de 2011

"Disfruta de Dios mediante la fe, pues está en ti, y goza de ese tesoro precioso aunque esté oculto a tus miradas".


La chamifrase de la semana 8

"Disfruta de Dios mediante la fe, pues está en ti, y goza de ese tesoro precioso aunque esté oculto a tus miradas".

                       (Carta 1066, del 24 de agosto de 1838, al Padre Chevaux)

Muchas veces hemos buscado a Dios y no lo hemos encontrado.  En algunas situaciones difíciles de la vida hemos experimentado que estaba demasiado lejos.  En otras ocasiones tomando conciencia de nuestras propias actitudes negativas, hemos comprobado, que casi sin darnos cuenta nos habíamos alejado de su presencia. 
Nos empeñamos en buscarlo en grandes templos y santuarios, en liturgias correctas y ritualistas apartadas de la vida, en milagros y hechos maravillosos,…  y no nos damos cuenta que Él está mucho más cerca, porque está en cada uno de nosotros.
Nos invita, nos llama, nos convoca, nos espera, se hace el encontradizo… “Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap. 3,20).
Y no nos pide nada a cambio: nos ama incondicional y gratuitamente, y nos ofrece su Presencia cercana y amiga.
¿Cómo vivir triste, desesperanzados, pesimistas,… si nuestro Dios habita en cada uno de nosotros?  Y para dar lugar a esta relación profunda con Él no hacen falta penitencias ni sacrificios, sino aprender a disfrutar y gozar de esa Presencia.
A esto nos invita Guillermo José, a disfrutar y a gozar de este tesoro que es la Presencia de nuestro Dios en nuestro interior. Para dar este paso hace falta la fe del corazón porque solo el amor permite abrir las barreras que bloquean nuestra relación con Él. Y así nos daremos cuenta que Él está junto a la puerta y nos llama, escucharemos su voz, y Él entrará en nuestra casa y cenaremos juntos.

Señor estás junto a mi puerta…
Porque a pesar de mis debilidades y mis pecados me seguís amando
incondicionalmente.

Señor me llamás por mi nombre…
Porque me invitás a una relación personal y única con vos.

Señor quiero escuchar tu voz…
Que se manifiesta de tantos modos.

Señor entrá en mi casa…
Hay algunos espacios de mi interior que están a oscuras y necesitan de tu Luz.

Señor ¿cenamos juntos?
Para compartir una amistad profunda y sincera,
porque necesito crecer en intimidad con vos, confiarte mis miedos y mis sueños,
y dejar que tu Espíritu me ayude a desplegar los dones que me has regalado.

Señor hay mucho por hacer en este mundo,
hay mucho trabajo y los obreros somos pocos,…
pero si no permito que nuestra amistad crezca en mi interior,
la misión será pura fachada y las acciones puro activismo.

Señor dame la gracia de poder disfrutar y gozar de tu Presencia,
que es un verdadero tesoro que me regalás continuamente.
Amén

                                                                                                              AT sm

domingo, 17 de julio de 2011

"El hombre no habla sólo por su boca, también lo hace por sus hechos. Las buenas intenciones se demuestran más por los hechos que por las palabras"

La Chamifrase de la semana 7


    "El hombre no habla sólo por su boca, también lo hace por sus hechos. Las buenas intenciones se demuestran más por los hechos que por las palabras"


(1479 - 9 abril 1847. A Mons. Donnet, arzobispo de Burdeos).

La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace ha sido un conflicto interno desde que el hombre tiene conciencia de su propia existencia. Nos genera rechazo cuando somos testigos de que alguna persona, especialmente cuando ocupa un lugar de referencia, predica mucho con sus discursos pero lo demuestra poco con sus hechos. 
En realidad el desafío es para todos, que muchas veces señalamos las incoherencias de los demás y no nos ocupamos de las nuestras. El camino de la autenticidad se juega sobre todo en lo sencillo y concreto de la vida cotidiana, solo cuando somos capaces de ser fieles “en lo poco”, nos preparamos para ser fieles “en lo mucho”.
Así lo entendió el mismo Jesús, quien anunció su Buena Noticia más con sus hechos y gestos que con sus discursos (muchos de ellos expresión de la comprensión teológica de los primeros cristianos).
Y así lo entendió y lo vivió Guillermo José, especialmente en los últimos años de su vida.  No dejo de hablar y decir lo que pensaba.  No dejó de reclamar y defender sus derechos.  Pero sobre todo siguió viviendo con fidelidad día a día encarnando en su propia vida el don del carisma que había recibido. Experimentó la tristeza al ver que algunos de sus hijos “bastardeaban” ese don con sus acciones. Pero siguió hasta el final con la esperanza y la convicción de que la coherencia entre palabra y acción, entre fe y vida, no sólo eran una condición para “salvar la propia alma” sino un camino para atraer a otros a la experiencia de la salvación en Jesús.


Señor Jesús,
necesitamos ser más coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
Señor Jesús,
necesitamos que nuestras opciones sean más consecuentes con los valores que proclamamos.
Señor Jesús,
necesitamos que nuestra fe se encarne y exprese en nuestra vida cotidiana.
Señor Jesús,
necesitamos aprender de vos,
y del testimonio fiel de tantos que no se quedaron en discursos sino que encarnaron, aquello que creyeron auténtico y verdadero en sus hechos cotidianos.
Señor Jesús,
te damos gracias porque conociendo nuestra fragilidad nos seguís invitando
a encarnar los valores del Evangelio en nuestra vida cotidiana,
para que otros puedan verlos y se sientan llamados a encarnarlos,
y así tu Reino siga encontrando personas, relaciones, espacios,…
donde seguir desplegándose.

                                                                                                           A.T. sm

domingo, 10 de julio de 2011

“Mi confianza en el Señor no se ha alterado nunca. Pero debemos hacer todo lo que depende de nosotros. Si así lo haces, pronto verás los resultados. Yo he visto como verdaderos milagros realizados con esta práctica”


La Chamifrase de la Semana  6
Domingo 10 de julio de 2011
“Mi confianza en el Señor no se ha alterado nunca. Pero debemos hacer todo lo que depende de nosotros. Si así lo haces, pronto verás los resultados. Yo he visto como verdaderos milagros realizados con esta práctica”

 (Carta 742 - 2 junio 1834. A Clouzet)

La fe y la confianza en Dios, cuando son auténticas, nos implican también a nosotros.  Renovar la confianza en Dios implica también renovar nuestra confianza en nuestra propia humanidad.  La fe no puede ser una carta documento en la que se espera que Dios responda en el plazo estipulado a nuestros deseos y requerimientos.  Cuántas personas nos encontramos hoy desconfiadas y desilusionadas de Dios, porque él no ha respondido a sus dolores y sufrimientos.  Cuánta bronca acumulada, cuántas heridas sin cicatrizar… dejan en el corazón de tantas personas una imagen de Dios distorsionada, y muchas veces alentada por una catequesis que puso su acento en la Omnipotencia divina y se olvidó que el mayor poder del Dios que nos reveló Jesús es el AMOR.

Guillermo José fue un hombre de fe y de confianza profunda en Dios, aunque no siempre las cosas le salieron como las había soñado, y una y otra vez sus proyectos se caían y lo obligaban a nuevos desafíos. Él comprendió que cuanto más confianza en Dios, más compromiso de nuestra parte en involucrarnos y poner lo que nos toca a nosotros. En este interjuego profundo entre confianza en Dios y compromiso personal, Guillermo José encarnó con sencillez y decisión en su vida la máxima atribuida a San Ignacio: hacerlo todo como si todo dependiese de nosotros, sabiendo que todo en definitiva depende de Dios.


Señor Jesús
creo en tu presencia que nos anima y sostiene,
confío en que siempre estás con nosotros.
Señor Jesús
creo que nunca nos dejás solos y abandonados,
confío en tu promesa: “estoy con ustedes hasta el fin del mundo”.
Señor Jesús
quiero responder con generosidad a tu llamado,
aportando mis dones y mi esfuerzo cotidiano,
Señor Jesús
con tu Presencia y con mi compromiso,
seguimos construyendo juntos y haciendo realidad el sueño del Reino.
Amén

                                                                                              A.T. sm

domingo, 3 de julio de 2011

“Que la fe sea nuestra fuerza y nuestro consuelo en medio de las penas y contrariedades que sufrimos”


La Chamifrase de la Semana 5

Domingo 3 de julio de 2011.

“Que la fe sea nuestra fuerza y nuestro consuelo en medio de las penas y contrariedades que sufrimos”

(Carta del 29 de mayo de 1831 al P. Lalanne)

Frente a las dificultades y los dolores que sufrimos, la fe auténtica no es resignación piadosa a la “voluntad de Dios” ni “escape espiritualista” a la realidad que nos toca vivir.  La fe auténtica, la que Guillermo José llamaba la fe del corazón, es “fuerza y consuelo” porque es encuentro personal con Jesús, que nos abre sus brazos y nos vuelve a decir hoy “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mt. 11, 28).
Y esta experiencia de ser consolados, contenidos, sostenidos por el Señor, nos regala a su vez la experiencia profunda de sabernos amados gratuita e incondicionalmente por Él; y casi naturalmente sentimos la necesidad de ofrecernos para ayudarlo en esta misión, aliviando a los afligidos, consolando a los que lloran, acompañando a los que sufren.  Y no porque seamos “mejores” que los demás, sino porque sencillamente nos reconocemos heridos y sanados por el Señor, y desde esa realidad nos acercamos a ofrecer su amor transformador a nuestros hermanos.
Que las penas y las contrariedades que sufrimos no nos paralicen y depriman, porque la fe es nuestra fuerza y nuestro consuelo.

Creo Señor que en mi debilidad,
Vos sos mi fuerza;
Creo Señor que en mi dolor,
Vos sos mi consuelo;
Creo Señor que en mi cansancio,
Vos sos mi descanso;
Creo Señor que en mis crisis,
Vos sos la roca que me sostiene.

Creo Señor que en mis penas y sufrimientos,
Vos estás acompañándome y me ofrecés tu Presencia,
que es abrazo que sana y que anima,
a seguir de tu mano caminado la Vida,
y a compartir con los demás,
tu amor que transforma las heridas
que el dolor dejó en nuestro corazones.
Amén.

AT sm